Melchor Rodríguez, el "Ángel Rojo"


Salud compañer@s, el día 27 del presente mes el último día para completar las 60 entradas que se necesitan hasta completar el mínimo imprescindible y que se pueda proyectar el documental sobre Melchor Rodríguez. Ya sabéis que este compañero fue el delegado especial de prisiones durante los años de la guerra civil en Madrid, y el último alcalde antes de que el franquismo tomara la citada capital. Precisamente suele suceder que para ocupar una alcaldía no es raro que haya puñaladas traperas, pero fue en este momento que quien fuese el alcalde de Madrid sería quien tuviera que entregar las llaves al dictador, pero claro, en esos momentos es mejor poner escusas y decir “ve tú que estás más cerca”. Sin embargo, esta persona honrada, honesta y valiente no tuvo ningún problema en hacerlo, ya que su conciencia estaba muy tranquila.

Todo esto y mucho más ampliado nos lo van a contar el jueves 3 de noviembre en los cines Broadway a las 20:00, estarán Alfonso Domingo que es el productor del documental y dos historiadores para mantener un pequeño debate una vez que termine la proyección. Pero eso sí, como ya os comentamos, antes del 27 de octubre se tienen que reservar 60 entradas, pues esto se hace mediante el procedimiento de screenly y hay que realizarlo a través de este enlace  https://screen.ly/evento/247/melchor-rodriguez-el-angel-rojo-cines-broadway/ También en este enlace podéis ver un pequeño reportaje sobre lo que trata el documental.

La CGT ha colaborado en la biografía de Melchor Rodríguez, tanto a nivel humano como económico, y sobre todo a nivel humano, pues nuestro compañero Cecilio Gordillo ha hecho un gran trabajo para llevar esto a buen fin.

Un abrazo y os esperamos.




Entrevista a Alfonso Domingo

-¿Por qué te interesaste por la figura de Melchor Rodríguez?

Bueno, en el documental se cuenta la génesis de mi interés por Melchor. Fue Eduardo Pons Prades el que lo menciona en una entrevista, y en ese momento recuerdo haber leído algo de pasada sobre él, pero no haberle dado demasiada importancia. Fue Pons Prades y casi a la vez, mi amigo Cecilio Gordillo, una de las personas que más han hecho por la memoria histórica en este país, me habla también de Melchor. Estaba destinado a ello. Era un héroe de los míos. Perdedor, con ideales y dignidad. Un ser humano que creía en la justicia.

-Una labor de documentación intensa, se percibe… ¿muchos archivos, fuentes?

Bueno, como periodista desarrollas una práctica de investigación y documentación, más a mí que siempre me ha gustado la historia. Soy ratón de biblioteca, investigando he descubierto cosas inéditas, no sólo de Melchor, sino de otros temas, como Tina de Jarque. Para el libro y el documental de Melchor, y consulté una docena diez archivos, entre ellos el histórico nacional, el AGA, el centro de Salamanca, archivos municipales, el de Historia social de Amsterdam, el de la CNT y CGT. Más entrevistas a los que le conocieron bien (gente que había salvado, compañeros suyos a favor y en contra, etc), comenzando por su familia, que conocí a través de la FAL, la fundación Anselmo Lorenzo de la CNT, donde trabajaba alguien que conocía al biznieto de Melchor, Rubén Burén (autor de la banda sonora del documental). Por él llegué a Amapola, y ahí sí tengo que decir que con la hija de Melchor yo me di cuenta de la tremenda magnitud del personaje, su complejidad sicológica, sus contradicciones. Me costó seis meses que Amapola hablara, iba a verla casi todas las semanas. Nos hicimos muy amigos y me contó cosas que jamás relataré, cosas íntimas. Sentí mucho su muerte, era ya como mi abuela, como mi madre. Cuando pasado ese tiempo comenzó a hablar, fueron encajando las piezas del rompecabezas. Amapola estuvo acompañando mucho a su padre antes de la guerra y durante la guerra, fue una visión la suya que jamás olvidaré. La visión de una adolescente que se hace mayor y a la que la guerra trunca su posible carrera de bailarina. Una guerra en la que su padre ha jugado en Madrid un papel muy importante, un padre al que idolatra pero del que se empieza a separar. Esa es la historia de Amapola que enriqueció la de Melchor y que es parte fundamental en el documental. Y te diría muchas más cosas, como la cantidad de libros leídos, para enmarcar bien el papel de Melchor, etc, etc.

-En el retrato de Melchor también hay que hablar de sus defectos. Ansias de figurar, perejil de todas las salsas, que cuidaba a sus ideas y a su acción más a su familia...

Bueno, lo importante de Melchor es que es un ser humano. No es un superhombre. Un ser humano con las ideas firmes, ideas del autodidacta que pone la dignidad y la justicia, la honradez, por encima de todo. A veces algo inflexible, y desde luego apasionado, en la defensa de esas ideas. Pero un hombre pacífico. Claro que había tenido protagonismo en el medio sindical, defendiendo siempre a los presos, algo que tuvo como una misión, y tuvo que bregarse en esas peleas sindicales. Un hombre que vive intensamente la lucha, se cree, junto a los demás, que es posible cambiar el mundo. Ante eso, cosas como la familia se colocan en el organigrama personal de otra manera. Melchor era un Quijote, un quijote que necesitaba una misión y esa misión halló al hombre idóneo, preparado por esos años de lucha. Pero también creyó que esa misión comprendía a su familia, y ahí se equivocó un tanto. Luego tenía el genio vivo, sus cabreos podían ser sonados. Pero esos defectos le humanizan mucho más. Y una cosa para mi le encumbra definitivamente, y es que se jugó muchas veces la vida en la guerra. Y se la jugó por salvar a sus enemigos de la eliminación física, por aplicar la legalidad republicana. Ante eso, que tenga algún problema con el ego, con el genio y con la falta de visión a su alrededor más cercano, se pueden relativizar mucho. Hay que vivir una guerra. Yo como reportero he vivido algunas, y durante un tiempo. Me imagino que tres años es algo que deja marcado de por vida.

-¿De dónde viene el apelativo de el Ángel rojo?


El apelativo se lo puso Alberto Martín Artajo, de la CEDA, preso en Alcalá y en la modelo, al que Melchor, como a miles más, salvó. A él, además, le salvó de una saca enfrentándose con dos policías comunistas y exhibiendo la pistola que tenía descargada) Martín Artajo, después de la guerra, fue director del "Ya" y quiso dar trabajo a Melchor. Como éste no aceptó, le encargaba algunas colaboraciones taurinas, que Melchor empleaba después en la ayuda a los presos. Lo curioso es que aunque a Melchor nunca le gustó el apelativo de El ángel rojo (decía que había tenido muy mala guasa), fueron amigos toda la vida. Melchor era así. Una cosa eran las ideas, y otra, los amigos.

-En el documental se habla con familiares como su hija, su sobrino, su bisnieto, también historiadores y presos de uno y otro bando. ¿Había alguna unanimidad respecto a Melchor?

El profundo respeto hacia su figura y hacia su persona. Gente en las antípodas ideológicas le veneraban. Entre sus correligionarios, de todo. Tuvo detractores, pero incluso ellos reconocían su enorme labor al frente de las prisiones. Entrevisté también a Santiago Carrillo, que al final tiene que reconocer que quizá Melchor fuera una "rara avis" en aquella guerra terrible. Y la familia, la más damnificada, la verdad es que su mujer, a pesar de separarse de él al final de la guerra, nunca habló mal de él. Y su hija, cuya relación pasó al final por momentos tensos, sólo ha dicho cosas buenas de su padre, siempre le tuvo mucha ley. Aunque pasara sus malos ratos. En general, la figura de Melchor, a 80 años vista, solo puede ser digna de admiración. Que tuviera cierta candidez como dicen algunos, era muy propio de una determinada época y una determinada forma de ser de las personas. Pero salvó vidas, que eso es lo importante, y mantuvo la dignidad de la causa republicana, la de que la república no podía ser tan asesina como la parte que se había levantado.

-En Madrid se pusieron de acuerdo todos los partidos para darle una calle en Madrid. ¿Síntoma de que en España se puede mirar al pasado, reflexionar y comenzar a perdonarse?

Deberíamos, deberíamos ser capaces de mirar al pasado sin vergüenza, diciendo lo que pasó, asumiendo que una guerra es una quiebra inaceptable de la convivencia, que solo cosecha muerte y destrucción, y poniendo las bases de la justicia y reparación. Nuestra guerra no fue más cruel que otras guerras civiles en Europa. Quizá aquí se dirimían cuestiones que iban a saltar enseguida a la palestra europea y mundial, y eso fue un problema para los dos bandos. Creo que deberíamos más en fijarnos en figuras como las del Melchor (y la de muchos hombres buenos que salvaron, no hay que olvidar que Melchor tuvo mucha ayuda de sus afines de la FAI y la CNT, además de republicanos, socialistas, etc), porque esas figuras nos dignifican a todos. Por eso me gusta haber rescatado la figura de un hombre que salvó, y salvó a sus enemigos. Una parte del material y entrevistas que hice cuando escribí el libro las he utilizado aquí, entrevistas a gente que ha muerto y que eran importantes en esta historia, más historiadores, gente como Ian Gibson, Paul Preston, José Luis Gutiérrez. Y lo de la calle que ha salido ahora no es solo porque sí. Era importante que se reconociera que había sido el último alcalde del Madrid republicano, aunque fueran solo dos días, cuando entregó la ciudad a Franco). Antes que lo llevara Ciudadanos a un pleno y se aprobara por unanimidad, la CGT llevaba pidiéndoselo al ayuntamiento desde los tiempos de Gallardón. También Instituciones penitenciarias bautizó a un modelo de reinserción con su nombre en Alcalá . Ha habido mucha gente detrás, la familia de Melchor (Ruben Buren escribió una obra sobre la entrega de Madrid), historiadores como Julián Vadillo, iniciativas populares como el azulejo de los trianeros en la casa donde nació. Melchor será reivindicado y asumido por la sociedad española, no me cabe duda, como ejemplo de coherencia con sus ideas, de anteponer la vida a cualquier cosa, de honradez a carta cabal y procurar el bien común.

-Salvó a miles de personas y además de la cantidad destaca la calidad, los Luca de Tena, Serrano Suñer y Muñoz Grandes, el general Carrasco Verde, Martín Artajo, Raimundo Fernández Cuesta, de los cuales Muñoz Grandes fue muy generoso y actuó para que le rebajasen la condena durante el franquismo. ¿cuál es la cifra de reclusos a los que salvó?

Si nos atenemos a los presos que había en zona republicana, eran 11.200. Él tuvo dos fases, una como Delegado especial de prisiones, y otra como inspector especial de prisiones (entre las dos hubo una dimisión y una petición de que volviera) en el ministerio de García Oliver, con mandato en las prisiones del centro. Para que pueda hacerse una idea, cuando Melchor salva a los presos de Alcalá el 8 de diciembre, en esa cárcel hay 1532 reclusos, más otros casi 1500 de las detenciones en los pisos de la llamada delegación de Finlandia. Más los que había en Ventas, San Antón, la Modelo. No solo para las sacas de presos de las cárceles, como antes había evitado muchas muertes en las prisiones de partido, sino que realiza traslados supervisados por él a las prisiones de Levante. En fin, alimenta a los presos, adecenta los edificios, permite las visitas y a la cruz roja, lleva un registro de detenidos donde todos pueden preguntar dónde se encuentra. Un portento de decisión, energía, firmeza y redaños. En uno de esos viajes a levante escapa milagrosamente (en un ángel puede utilizarse esa palabra) de una emboscada, con el coche acribillado con más de 40 impactos, y ni una herida leve entre los cuatro ocupantes. Lo cierto es que en el consejo de guerra se puso de manifiesto el apoyo de más de dos mil personas que reconocían haber sido salvadas por Melchor, por parte de Muñoz Grandes, en un gesto gallardo. Ni de Serrano Suñer ni de Raimundo Fernández Cuesta hubo ayuda a Melchor.

Un hombre así necesita un libro, un documental y una película que estoy preparando.

-¿Qué es lo que te cautivó de Melchor, lo que te atrajo?

Que es una vida de ficción, hasta hay cosas que parecen inverosímiles. Que fuera novillero. Huérfano. Oficial Chapista, sindicalista, anarquista, que hiciera versos y coplas en la posguerra, algunas con afamados maestros, que salvara a los Álvarez Quintero, él mismo un personaje, el anarquista ingenuo de una de sus comedias. Que le diera Boby Deglané una medalla de oro y un homenaje en 1964, en pleno franquismo, en el que en el discurso de agradecimiento, Melchor habla de lo que hizo en la guerra y de su ideología libertaria. Su entierro, que congrega a gentes de bien de los dos bandos, gentes que admiraban a Melchor y que le cantan A las barricadas y rezan un padrenuestro. Si no existiera, habría que inventárselo, un español universal. Por eso quiero que el final del proceso sea una película con actores. Javier Gutiérrez, vecino y amigo, quien ha puesto la voz al documental, le encantaría hacer ese papel, que además le va mucho. Estamos terminando el guión Twiggy Hirota y yo y será mi próxima aventura. 

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